Esta edición de diario analógico voy a compartirles una selección de Flores, una sesión de fotos que hice en Berlin en diciembre pasado y que fué artífice de uno de los registros más poderosos que he encarnado en los últimos meses.
Un registro, digo, porque se me metió en el cuerpo pero también en la cabeza, como esas cosas que te marcan y te llevan a un lugar desde el cual no se puede volver.
Era 10 de diciembre del 2022 y, en el contexto de una sala de danza idílica, calentita y nevando fuera, me encontré con 7 mujeres para compartir un rato de intercambio personal, hacer fotos y, en cierta forma, exorcizar algo, transmutarlo, convertirlo en algo más.
Esta edición te cuento sobre Flores:
Flores quiere reflexionar, explorar y reivindicar el proceso interno que atravesamos la mayoría de las mujeres a lo largo de nuestra adolescencia y adultes para liberarnos de la opresión de los cánones de belleza y perfección, los roles de género y la sexualización obligada de nuestros cuerpos.
FLORES, además, busca crear espacios de reflexión y contención, en el cual exponernos desde el cuerpo, en una forma segura, nutritiva y libre, expondiendo las heridas, conversar al respecto y encontrar apoyo colectivo y sororo.
Las imágenes vienen acompañadas por palabras de algunas de estas mujeres.
Hay varias cosas de esta sesión que me gustaría contarles, pero voy a quedarme con una, tal vez la más importante desde el lado fotográfico.
Esta vez fue la primera que solo disparé en analógico. Y parece una chorrada, pero no lo es.
En todos mis años haciendo fotos, tanto en lo profesional como personal, no me había animado a fiarme 100% del analógico y siempre había utilizado ambos, teniendo la versión digital por las dudas.
Esta vez decidí animarme. Y suerte que lo hice, sobretodo darle lugar a esa sensación de que “la cámara digital no tenía nada que hacer ahí”.
No estaba buscando fotos “bonitas”, no necesitaba “asegurarme” la imagen final. Quería registrar y entregarme a la experimentación.
Por eso, la cámara, sólo fue una invitada más y por primera vez no la ocupé como garante y apoyo, solo quería que me acompañara, como herramienta y testigo.
Al terminar las sesiones, lo primero que sentí fue que no necesitaba revelar estos carretes.
Quiero decir, moría por ver las fotos, pero no eran lo más importante. Lo esencial ya había sucedido ahí dentro, en cada encuentro, en cada instante compartido con cada una de las chicas. Las fotos serían solo un resultado de todo eso.
Este día sentí por completo que obturaba con la panza antes que la mano, que esa sensación dirigía más que la mente, buscando encuadres y poses.
Flores fue el registro que necesitaba para creer en mis impulsos creativos, en eso que nos une aun siendo desconocidas, en el usar el arte como puente y forma de sanarnos juntas.
Cuando las emociones priman, todo lo demás importa muchísimo menos.
Estoy planeando hacer una sesión de Flores durante el verano en Berlin. Si estás por acá y querés saber más, escribime a cruda@tutanota.com
Si conocés a alguien que pueda interesarle, podés compartirle esta nota.
Hermosísimo❤️🩹